sábado, 3 de septiembre de 2011

A mi oso Peposo

Se que mucha gente ha tenido sus compañeros de sueños; almohadas, muñecos, peluches, mantitas... Y yo no voy a ser menos.

Aun recuerdo cuando me lo regalaron, debía tener unos 2 años y, sí tengo varios recuerdos de  esa edad. Venía bien montadito en su caja. Si no recuerdo mal, era el día de Reyes en casa de mi yaya y hubo amor a primera vista. A mi hermana le regalaron la Osa Peposa y a mi vecina el hijo, que imagino que se llamaba Osito Peposo (y si no pues me lo acabo de inventar) El caso es que tanto mi hermana como mi vecina lo tenían encima de la cama allí bien limpito y en perfecto estado. El mío tenía algo más de tute, siempre dormía con él, jugábamos mucho juntos y mi madre lo tenía que lavar cada dos por tres. Ay que penita me daba cuando lo veía tendido por las orejas!!!
Me acompañaba mientras leía mis cuentos, luego mis libros, tebeos, mientras escribía y sobre todo en las noches de miedo. Recuerdo tener esa sensación de pánico y pensar que estaba agarrada a él me podía salvar. Cuando me despertaba en mitad de la noche y gritaba a mi madre para que me dejase ir a dormir con ellos, ella venía y me explicaba muy pacientemente que todos no cabíamos en la cama y que no pasaba nada, que ellos estában al lado y que no tenía que tener miedo. Pues menos mal que él estaba allí, porque lo apretaba tan fuerte que podría haberlo matado sin respiración (suerte que estaba relleno de espuma y la espuma ya tiene aire dentro ;) ) Y así pasaba aquel mal rato hasta que conseguía dormirme.
Viajó mucho, vino conmigo de colonias, de viajes de fin de curso, vacaciones y a cualquier lugar al que yo fuera. La verdad es que hemos vivido mucho juntos, a parte de en casa, siempre tenía ese huequito en mi maleta, si no había muerto por mis abrazos ya no creía que podía pasarle nada por meterlo en una bolsa, pero reconozco que le buscaba un buen sitio.
No diré hasta que edad, pero dormimos muuuuuchos años juntos. Y ahora lo sigo conservando, está algo roto y gastado, pero ahí está por si algún día él tiene miedo y necesita que yo duerma a su lado.

Todo esto lo pensaba porque con el pequeñajo hacemos colecho, una elección cómoda y encantadora para nosotros. Así es que Martí de momento no tiene muñequito ni compañero de dormir, somos nostros dos, los que abraza si tiene miedo, a los que despierta cuando tiene ganas de juerga y a los que da patadas cuando hace esa especie de "lucha" mientras duerme. Si algún día lo necesita espero que encuentre a su Oso Peposo particular, y si no, pues dejaremos el sidecar para estar cerca por si tiene miedo.


La foto la he bajado de una página de coleccionistas, el mio era igual pero con un bolsillo en el pecho, y más guapo, claro!!! Y como dato anecdótico, ahora vale 65€. Creo que los Reyes Magos van a flipar cuando se lo explique.


3 comentarios:

Ana dijo...

Ay si te entiendo... yo tenía un tigre monísimo, Martin se llamaba, el pobre viajó hasta París y todo, conoció Eurodisney, un afortunado, seguro que sus hermanos no llegaron. Lo perdí en el tren de vuelta... a mis 16 primaveras... benditos amigos peludos.

Unknown dijo...

M'apunto a la llista de les que teníem un peluix especial... i per cert, tens un premi al meu bloc!!! si el vols recollir és teu!

Currita dijo...

Ana, que pena haberlo perdido!!!
Alesta així que tu també en tenies un, eh? I un premi??? Ara vaig a veure!!!!